domingo, 24 de mayo de 2009

Torneo barrial (retiro)






Vuelvo rengo y sucio de jugar
suave rumor vecinal, y el frío...
Voy doblando por Natal.

Siendo hoy la sombra del que fuí
reminiscencia de aquel 5 aguerrido
ya no doy con el piné

No es por la derrota el malestar
es solo otro torneo barrial, perdido...
lo que inquieta es el umbral
*.


*(...Te pedí un corner corto, ajustado a la boba y me la serviste limpísisma. Zafé de la marca quebrando cintura, sin elegancia, perfilandome para la zurda. Imaginación al poder. Un segundo después quede contra la raya; la lectura sugería un centro bombiadito, al segundo palo, ideal para el frentazo del Gigante, pero no. Me la morfé. Tiré un sutil autopase entre la banda y el marcador justo entrando en plena área chica y pasé, volví a sortear otro entuerto a estirpe de potrero, y me entusiasmé ciego como suelen hacerlo los morfones. En el altivo y delirante ataque de habilidad: redoblé la apuesta: osé enganchar para afuera, a contrapierna, y el segundo marcador de ellos pasó de largo mientras se me abría el panorama, me la pedía hasta el aguatero y en el derrotero de semejante empresa individual, fruto del capricho y el corazón, mi-torso-iba-girando-en-cá-ma-ra lenta hacía el cogollo del área (el punto penal) y ahí, ahí, en una baldosa sentí el gélido beso del ocaso. En el efecto físico, la desligazón osea tronó inequívoca.
Es el fin, viejo.
En el eco de las voces proliferadas en la multitud del área, se seguía escuchando, como voz cantante, mi hueso, pues mi rótula aún seguía en su lugar, y mi cuerpo ya había tomado otro camino. Caí en el área chica, boca arriba jadeando (pude escuchar que algún peladrúm gritaba: ¡penal, penal...!) en el pasto se imprimían las sombras de los jugadores, aunque el cielo, extrañamente, era un plomizo telón de cierre típicamente otoñal)

martes, 5 de mayo de 2009

inexperiencias ( memory tour )



No sé si es propio del hombre paciente ultimar en estos días.
No lo sé.
A pesar del mundo, mi primitivo humor me deja jugarme este último albur, esta breve tosquedad. Ultimar es el arte. No nadar en la petulante arrogancia de mis palabras, pues si ando falto de ellas para darle caríz a esta ultimación, a esta giratoria del tiempo enloquecido; me sobran,en exceso, para dejar de usarlas y darte mis horas.
Toda mi abruptez ultimadora, cuna de mi embebida contemplación del mundo, se condice con el hombre paciente que vengo siendo. Te espero, eso recalque esa noche. Sueño en el color de tus cuadros, con tu voz dulcificada, apaciguada mi ineptitud para amarte, voy relamiéndome la baba de aquellos días mientras convino con linea D y se yuxtapone en mi memoria -pobrísima almacén- un dejo vivo y fugaz de aquel acto, que me hace olvidar los segundos en que moría por un abrazo y mi boca, -puerta del mundo- es sumida al extraño ácido de la vejación: el recuerdo del dolor o viscecersa: el dolor del recuerdo.
No se si es propio del hombre paciente ultimar en estos días, solo te haré saber que nunca es tarde para olvidarme de mi atolondrada altivez y reconocer lo que siento por vos.