sábado, 14 de febrero de 2009

Inexperiencias


la afamada duerme, no en mi lecho.
Cruza tres barrios en el asiento de copiloto, a su lado el hombre fuma mientras maneja.
Debe de estar llegando, aún debe babíar el cuello del gamulán, y el hombre debe fumar otro cigarro.
La afamada no contesta mis llamados. Vive en un piso once -11 "D" más precisamente- , hace cursos y hace ruido al comer y se deprime en los dias nublados y se desnuda para un viejo que la mira desde la torre de enfrente. No contesta, mucho menos escucha en su contestador.
Y me digo: pero yo soy algo más que un correlato desvelado: soy lo que debo ser, o lo que mejor dicho debí ser aquella fatídica noche: su conductor.
La afamada duerme...